viernes, 23 de enero de 2009

after*da*party

No sirve de nada querer explicar ciertas cosas porque son evidentes, porque están a la vista de cualquiera, porque nadie tiene tiempo ni ganas de estar oyendo o leyendo ideas mil veces revisadas y habladas.

No quiero decir que estoy vieja, no quiero decir que antes todo era mejor porque es mentira. Hoy es un día puente entre uno y otro. No pasa nada , no quiero que pase. Quiero seguir entumecida, aletargarme, sentir un poco de dolor físico que me distraiga de ciertas ideas que vienen para hacerme creer de nuevo en los fantasmas.

Se está acabando enero y la noción de que el tiempo anda en patines es cada vez más concreta y tangible. Se sienten los giros de la tierra, frenética, como si ya ella misma quisiera que todo esto se terminara de una buena vez. Sacudirse de nosotros.

Mi perro está dándose de cabezazos contra la puerta para ver si la abre. No está loco, a veces está sin cerrojo y logra entrar fácilmente de un solo empujón.

Estoy quieta. No quiero hacer nada. Me gustaría ser sustraída de aquí y llevada a algún paraje plácido y verdadero donde la gente sepa cosas que me importen. Eso. O levantar un muro gigante frente a mi casa y dejar claro que de aquí nadie me saca nunca más. Es tiempo de esperar y si esa no es misión decente para el tiempo no sé cuál sería una. Antes no podía esperar. Supongo que eso es algo bueno de tener 28 años y estar con el cuerpo molido.

Mi perro ha dejado de empujar la puerta porque está cerrada.

 

miércoles, 21 de enero de 2009

la segunda visita

Llegué 10 minutos antes de que se apagaran los colores del cielo y se hiciera oficialmente de noche. Lo quedé mirando en la pseudopenumbra veraniega, se agarraba el dedo porque le duele toda la dejadez convertida en pus serio. Ya no quería decirle de nuevo que tome las pastillas.

- No he venido hasta acá a hacer de enfermera tarada que repite lo mismo un millón de veces.

Hay algo en la manera en que le digo ciertas cosas que le sacan una sonrisa que lo hacen moverse de lado a lado un rato y luego avanzar automáticamente hacia mí. Esta vez me levantó con los brazos, me cargó y mi cabeza estaba por encima de la suya. Cerré los ojos para besarlo y pensé que estábamos muy cerca del borde de la terraza y de pronto ese quinto piso en el que todo esto sucedía me pareció altísimo y la posibilidad de caer de narices yo, de espaldas él, al primer piso, tomó matices de realidad insólita repentina. Abrí los ojos, lo vi besarme y vi que estábamos a dos metros del borde de la terraza, que había bastante suelo de quinto piso bajo mis pies y que en verdad no me había cargado tan alto. Cerré los ojos pensando que era una tarada por imaginar situaciones riesgosas de la nada y me dediqué a darle besos por un rato. Algo me detuvo de nuevo.

Me bajó preguntándome si estaba todo bien. Yo le dije que sí, pero que bueno, acababa de llegar, me reí un rato y le sugerí sacar a pasear a los perros.

Es la segunda visita que le hago y fue mejor que la primera. Nos reímos, jugamos con los perros, me hizo un par de demostraciones de buen entrenamiento canino, compramos un par de cervezas antes de subir y me abrió la puerta para dejarme pasar. No sé bien qué esperaba de la noche, más allá de sacarnos de encima todas las ganas que nos hemos empezado a tener, no tenía mayores expectativas, ni me había hecho ni media idea. Y entonces bueno uno conversa, y se ríe, y cuenta cosas, y comenta la tele, pero no calcula que en medio de todo eso va sentir algo, no tan pronto.  Y entonces algo pasó en un momento en que empezaba a sentirme muy cómoda, y fue como un espasmo mental que se volvió corporal y me hizo sentarme y apoyarme contra la pared lateral. Me inventé una distancia, tomé agua, mastiqué algo.

- ¿Estás bien? ¿Está todo bien?

Creo que ha sido la noche que más me veces me han preguntado si estoy bien. De hecho estaba bien así que dije alguna tontería y nos reímos, me miró bonito, estiró su mano y me eché de nuevo. Eso pasó unas cuantas veces. Cada vez que me volvía a echar me sentía un poco más sinceramente bien que antes.

Aún así cuando me acompañó a mi auto ya con toda la nochemadrugada y las estrellas encima, noté que se aguantó de repetirme la pregunta. Yo no quería hablar nada, explicar cosas que no entiendo. Algo le dije en medio de la sensación de despedida, alguna tontera intrascendente salida del pequeño nerviosismo de una noche que termina sin planes para la siguiente. Nos dimos un beso, me metí al auto, prendí la radio, para cuando levanté la mirada él ya no estaba ahí y sentí un poco de alivio. Manejé disfrutando las calles espaciosas, las luces de la noche, acelerando por las avenidas de esta ciudad caliente y neblinuda.

sábado, 17 de enero de 2009

huaycos

los 7 huaycos. el muerto por la piedra en la cabeza. el señor que manejaba el tractor que limpiaba el camino desde las 4 y media de la mañana, la familia que atraviesa huaycos con su triciclo para vender a los varados huevos y papas sancochadas, galletas y gaseosas. la señora que llegó a pie y con una hija y una olla llena de pollo y arroz para hacerle la competencia a los del triciclo. el chofer de la combi que nos llevaba que se llamaba elvis y la figura de elvis que llevaba yo en mi bividí y de nuevo el chofer que nunca dijo nada sobre semejante coincidencia. las 11 horas en el camino que dura 3. el precipicio. la cámara de video y luego los libros, los no lugares, rayuela y luego el tuti fruti y luego la nada. el señor de nombre impronunciable, sin dedo, con más de 24 horas en ese camino por el gigante camión que manejaba y no lograba hacer pasar. sus consejos de que disfrutara del escenario, que me tomara varias cervezas llegando, y de nuevo su nodedo y la chica que tuvo que decir que tenía el corazón en la mano. los que dormían, los que no dormíamos, los que caminaban de un lado a otro del huayco, el tractor, las piedras que cayeron de pronto, la lluvia que empezaba de nuevo, la ruleta invisible y omnipresente que giraba a mil por hora dándonos millones de posibilidades y a la vez ninguna opción a cada uno de nosotros. y se puso todo de cabeza en mi cabeza que andaba tapada por un pañuelo rojo.

hay juegos y luego está la vida. o es todo una misma cosa? me pongo seria para no arrepentirme luego? o me olvido de todo y juego, para no arrepentirme luego? me quedo escuchando para saber si vienen piedras y poder protegerme? o me pongo a jugar confiando en que no van a caer sobre mi cabeza? sólo puedes esquivar una piedra si la has visto el tiempo suficiente para adivinar su trayectoria. es así. y no lo digo yo. lo dice la gente del huayco.

domingo, 11 de enero de 2009

día diez

me voy a la selva
para llenarme del verde de los árboles eternos 
y dejar mis cementos y asfaltos
me voy para cambiar de calores y enterrar sonidos que me recuerdan cosas que se deben olvidar.
voy llevando el sabor de la sal del mar
el calor de la arena y los helados donofrio
para cambiarlo por fresco barro y luz tamizada por hojas gigantes
por cosas que no he visto nunca
por suelos que nunca pisé
(ahora sólo puedo inventarme colores de cielo mojado y amarrarme el pelo recién cortado)

jueves, 8 de enero de 2009

una piedrita

Una piedrita en la pista             

Lista                                  

Para desviar al primero que venga.

domingo de verano

No hay nadie arriba, todos están abajo mojándose en el mar. El calor está fuerte y más sobre las pistas y las veredas. Los semáforos le dan señales a nadie, las sonrisas en los paneles publicitarios podrían bostezar ahora que nadie las está mirando.

necesito

Unos lentes oscuros para dejar de ver tus brillos.          Eso necesito.

las palomas y el pan

Las palomas vienen y se comen los panes

Botan las canastas

Aletean y dejan plumas en la panera

Migajas regadas por el mostrador

A veces cae el pan picoteado al suelo y es raro

Verlo ahí comido

Devorado desde un punto muy pequeño pero hasta el fondo, un picoteo profundo

Y el pan ahí tirado, un pan seco ya, muerto por  una herida brutal.

así acababa mi 2008

Me gustaría ser más superficial. Tomar y dejar tomar y dejar. Sin pensar en los heridos. Atropellar sin pararme a mirar, sin ayudar.  Egoísta de verdad.   

Me gustaría ser todavía más chica. Poder gritar cuando me plazca, hacer berrinches, patalear, contar con que alguien siempre va venir a cargarme y llevarme a comer un helado. Que alguien siempre me va poner la mano sobre la cabeza para hacerme dormir cuando no puedo.

Me gustaría ser más valiente y asumir que me están usando cuando lo están haciendo. Que estoy siendo tomada por tonta. Dejar de hacerme la tonta. Sería bueno quitarme esta sonrisa idiota y fruncir el ceño, juntar mis cejas al centro y levantar mi labio superior como verdadera fiera temible. Ser de movimientos rápidos, pasar desapercibida. No ser vista. Invisible, para no tener que esconderme nunca. Me gustaría poder convencerme a mí misma de la verdad de maneras más simples. Me gustaría tener una linterna para ver en la oscuridad de mis ideas a veces, conocer todas mis cuevas, todos mis atajos. Señalizar mi mente para no perderme Ser más dura. Más fuerte. Más tajante. Firme. Poderosa

 Ser una heroína. Salvarme de los malos. O mejor aun, ser la heroína más malvada de todas. Una verdadera paradoja voladora vistiendo un traje increíble y demoledor.

Vamos a inventar una historia de amor como ninguna. Una historia de dos personas tan enamoradas que dé asco. Arcadas. Rabia. Pereza. Un par de personas tan estúpidamente enamoradas que provoque atropellarlos sin pensarlo.

 

de regreso

le di muchas vueltas, porque así hago a veces, le doy la redonda vuelta a las cosas para asegurarme que el lugar donde estaba no era tan malo, incluso el mejor.
entonces esto es un regreso sobre traspapelado firme.
con comienzos de año una renovadita de blog. 
vamos a ver qué nos trae el 2009.