lunes, 15 de agosto de 2011

escondite

Se fue. Dejó la puerta del patio abierta y subió rápidamente las escaleras hacia la azotea, donde se esconde cuando las cosas no salen como él quiere. Pensé en subir, disculparme, pero me quedé sentada. Escribí un par de cosas, tomé un vaso de agua con gas, me fumé un cigarro y lo oí bajar. Me di cuenta en ese momento que todavía no elijo en esta casa un lugar donde esconderme.