lunes, 18 de junio de 2012

la casa



Transitas entre paredes de pan
Al hambre se mojan
En leche
Y devoras
Cuidado
Que te quedes sin casa
Con la panza llena y la cabeza mojada por la lluvia

*

Ascensores que se caen, cables que se rompen
Cuerpos en pedazos sin dolor
Un recuerdo movedizo
Para hundirse un buen día
Una casa podrida y hongueada con vista al mar
Bajas al desayuno y no hay lugar para ti en la mesa
Pides una silla pero nadie te oye
Y te das cuenta
Te has ido
No estás más acá
Los lugares se acomodaron
Los espacios se llenaron
En el aire ya no huele a ti
Escuchas una voz que dice, en tono irritante
Es que él nunca perteneció
Y otro, que parece no recordarte, mastica con la boca abierta tus galletas favoritas
El queso que hizo apestar tu maleta
Cargado por horas
Se pudre en el tacho ahora y tú
Hambriento
Rondas la mesa y gritas a los oídos
De estos mástiles
De estas columnas
Que se arrimen ya
Porque no da risa tanta farsa
Porque se les viene encima el techo y no lo ven
Y no quedará nada para las hormigas
Cuando hayas acabado

**

Un diente se mueve dentro de la boca abierta
Un aliento verde
Vaporoso
un aire sin oxígeno
sólo una sensación en la piel y un olor que se fuerza dentro de las fosas nasales
un ronquido odioso
sin ritmo
aniquila los oídos, atrapa los buenos recuerdos
el televisor encendido y tú hablas
cuentas tu día
las cosas que te asustaron,
y pides ayuda a un ronquido
esperando descifrarlo alguna vez
buscando entre tanto desgano un consejo
para atesorar por siempre
a manera de foto
de suvenir
como esos dientes de leche que las madres buenas guardan en el cajón

***

se quedó solo en una casa atiborrada de extraños
sintió ajena cada cosa
entregó sus padres a otros
y se quedó en un rincón
una cama vieja
las sábanas rotas
un pan con mantequilla y frente a ella manjares
que no puede tocar
calor al que no puede entrar
y desde una pequeña rendija escucha a su madre
contar cuentos de cuna para otros
y la ve cocinar
para aquellos que llegaron después
en su mente sólo órdenes y gritos
y corre a escribir, a inventar palabras buenas
y juega a creer que fueron dichas alguna vez

****

¡Qué fastidio!
Quítenme de encima a esta fiera que no es mía
Que no se parece a mí
Tiene de mi hermana
Tiene de mi suegra
Tiene de todos menos de mí
Que me la saquen de encima dije
Aléjenla de mí
Y cuando pregunte por su madre díganle
Que ella nunca estuvo aquí
Que su vida es una mezcla extraña,
hecha dentro de algún pastel
Que vino en una caja un día
Abierta y con fecha de expiración.

miércoles, 13 de junio de 2012

Un juego



Jugaba a ser su esposo
Ella era muy frágil y
él más bien rechoncho

Cuando caía, la levantaba
Si lloraba, la consolaba
Cuando molestaba le pegaba y hasta la hacía sangrar

Un buen día ella
Cansada de este juego
Prendió en el horno fuego
Y huyó del lugar

Él dormía arriba
En la cama que ella tendía
Y ante el olor no dispendía
Ni un minuto de su día

Pronto el humo lo acorrala
Él, fatigado, exhala:
¡Mujer, se te quema la cena!
¡Corre, ve por ella!

La mujer, que ahí no se halla,
Ha salido avasallada,
Y cree oírlo allá a lo lejos.

Sobre una loma se detiene
Las llamas enloquecen
Y, en un segundo, se arrepiente.

¿A quién cuidar ahora?
¿A quién temerle ahora?
Sola, sin él, sin casa ni dinero,
no tiene opción real de vivir en este mundo austero.

Corre de regreso,
tal vez él no haya muerto,
pero en la puerta el cantol, que ella misma cerró,
se ha asegurado
de que él no hubiera escapado.

Abre presurosa.
Las huellas delictivas son horrorosas.
El lugar la delata
La policía viene en caravana

Patas de caballos.
Arres y pares.
Del más negro corcel,
baja el alférez Suarez.

-Señora díganos ¿qué es lo que ha pasado?

-Nada oficial, que mi marido se ha matado.

Ella lanza una mirada, la tiene perfeccionada, de pequeña flor desconsolada.

-Venga señora, no tema, que esta fuerza policial está hecha para protegerla.

Rifas, sorteos, polladas.
A la viuda la trataron como princesa jamás follada.

Le dieron dinero a montones
Una casa nueva, caballos y hasta botones

-Un horno nuevo, ¿no quiere?

-No por favor, que no pretendo hornear pasteles.

Suarez, el alférez, visitaba a la señora.
Por las tardes pasaban las horas,
sin que dejaran de acercase las botas.

Una noche, una visita, terminó en cariños y besos
La mujer se quitó los velos
Y antes de empezar, él le vio los pelos.

Disculpe usted, no sabía que esto pasaría.
Yo que soy mujer, no soy impía,
y pues si quiere que me los saque
primero pida mi mano a la tía María.

La tía, que era vieja, no oía por el oreja derecha
Y entonces, a su izquierda, Suarez la dejó hecha:
"La amo. La quiero. La respeto y la deseo.
Una casa yo le ofrezco y un caballo un poco siniestro."

María sonríe y la fiesta revienta
La nueva pareja, casada, festeja.

Un buen día, Suarez regresa
de una semana de franca borrachera.
Ella lo enfrenta, le grita, lo olfatea.
Él, con la escopeta, le revienta la cabeza.

"A un alférez no se le cuestiona
A un oficial no se le resondra
Mujer, a cocinar, a lavar y planchar
Que yo la salvé de la desgracia
Que yo con usted comparto mis ganancias"

A partir de ese día ella pidió un horno
Para cocinar pasteles
Pavos
y lechones

Alguna mañana, cuando él duerma la cerveza
Ella olvidará que cocinaba,
Y se irá a las tiendas por bananas.

Mientras tanto juegan, a que son una pareja,
él la cuida de los males,
la protege
y la alimenta.






lunes, 28 de mayo de 2012

otoño



Clotilde se despierta de madrugada
Y ve a Martín durmiendo a su lado
Se demora, sin embargo, en definir su forma
No entiende el bulto
No encuentra sus pestañas
Oye un ronquido
Escapando de entre las sábanas
Demasiadas almohadas
Se asusta
De no saber
Inmediatamente
Reconocerlo
Piensa
Tal vez
No sea esto lo que ella esperaba
O peor aún
Tal vez sea así
Y para siempre
Lo que es dormir al lado de Martín

**

Magnífico
Es poco
De lo que hay ahora
Escasea
Lo grandioso
Nublado hacia arriba
Y hacia dentro
Una luz se esconde en el hocico de mi perro




domingo, 12 de febrero de 2012

al borde

-Yo rezo todas las noches.

-¿Qué pide en sus rezos?

-Que me saquen de aquí. ¿Qué es esto en lo que estamos metidos? ¿Usted lo sabe? ¿De quién es la culpa? Busquemos un culpable, ¿por qué nadie más lo pide? ¿Por qué soy el único buscando al responsable de todo este desastre?

-¿De qué desastre?

-¿No lo ve usted?

-No, yo sólo veo un hombre triste, desdichado, un hombre que ha perdido toda esperanza.

-No sé si he perdido algo o más bien algo va creciendo dentro de mí. Cuando le hablo a Clara ella me mira asombrada. De dónde sale todo eso, me pregunta con miedo. ¿Cómo que de dónde? De aquí adentro! De acá! Abro la boca para que mire dentro, me sacaría los ojos para que vea bien de qué esta hecho este hombre que se la folla todas las noches. Pero algo de toda esta mierda le atrae y no entiendo por qué… no se lo cuestiono tampoco, en cualquier momento se da cuenta de que estoy a punto de perder la razón y …

-¿Qué? ¿Entonces qué?

-Entonces se iría, y ya no me quedaría ni un pedazo de razón para tolerar esto un minuto más.

Música

Oír la voz de Enrique Iglesias puede deprimirme profundamente. Siento que mi vida es miserable, que no supe cómo formar parte de algo bueno. Sentado solo en mi casa oyendo la radio que pone la señora de limpieza, baladas románticas, es como estar presenciando mi propia decadencia.

Hoy soy un pueblo abandonado.

Pongo algo de Arcade Fire, siento que me representa. Esa intensidad… ellos hablan por mí. Supongo que eso es lo que cualquier fan inepto diría no? Me cago en mi falta de originalidad.

bola de pelos

Una bolita de pelo negro al viento transita despacio por encima de mi cabeza. La gata la ve, y desde su silla salta ágilmente, toma vuelo, salta sobre mi cabeza y la agarra con la boca. Al caer al suelo la bola de pelo se le escapa y la toma con las patas, dehaciéndola en miles de pelitos pequeños que se esparcen por suelo. La gata los mira y se queda detenida un instante. La miro, y desde acá arriba adivino que irá por el más cercano y luego al de al lado, y así, los irá tomando todos con las patas hasta juntarlos. La gata, en cambio, los deja y vuelve a su silla a esperar uno que se no deshaga cuando lo agarra.